sábado, 28 de febrero de 2015

3 EXORCISMO EN...



Aquella fría tarde de invierno, jamás podré olvidarla. Sus desgarrados y desesperados gritos me helaron la sangre tras presenciar sus bruscas levitaciones que me dejaron atónito, estupefacto y petrificado; Tía Lilay intentaba convencerme de que solo era un simple ataque de epilepsia y, aunque pasajero, mis ojos me decían todo lo contrario... era algo más que un arrebato de locura; Algo más que un trastorno cerebral que le producía intensas convulsiones. Como yo, instintivamente imaginaba, nada era lo que parecía, aquél inesperado episodio que abordó a la joven Emily, solamente podía ser obra del mismísimo... Diablo.
Tía Lilay, me miró y me objetó con sequedad interrogativa:
_¿Entiendes ahora, por qué quiero que te inicies en el sacerdocio?
Tardé en contestarle. Me gustaba meditar bien las propuestas. Soy taciturno, es uno de mis sellos de identidad.
_Anda, dejémosla descansar, jovenzuelo. Sus ataques han remitido... por el momento. _me dijo Tía Lilay, llena de circunspección, tras acariciar mi faz con dulce suavidad maternal.
_Ese "por el momento" creó en mí, más ansiedad, si cabe ¿Cuándo volvería a ocurrir? Ya que, remitir, no siempre es: finalizar. _Me pregunté lleno de pesar y tristeza. Aquella maldita noche no pude pegar ojo. Mi habitación... se movía; o al menos eso era lo que a mí me parecía. Estaba aterrado y, por no ir al lavabo, me oriné encima... preso del horror y del pánico que, súbitamente se había apoderado de la paz de mi espíritu.



No hay comentarios:

Publicar un comentario