15.
“EXORCISMO EN...”
_ ¿¡Aquí, en la
Costa de la Muerte!?
_ Sí.
_ Y, ¿sabes quiénes son?
_ No. Nunca les he visto la
cara. Van encapuchados y con sotanas.
¡No puedo hablar más! ¡Me
matarán!
_ Pero...
_ No insista, padre, ¿o acaso
quiere usted que me maten?
_ ¡No, por Dios!
La
joven muchacha no me contó nada más, querido Edgar; Tendrías que
haber visto su cara de espanto. Su cuerpo temblaba... entero.
_
Entonces, dime, ¿a qué pilotak nos enfrentamos,
Robespierre?
_
Solamente Dios lo sabe; puede que al MAL, con mayúsculas.
_
¡Tenemos que proteger a Emily!; no hay que dejarla sola ni un
momento.
Tía Lilay los estaba escuchando
hablar tras del gran portalón de la sala de la biblioteca. Tosió
para disimular, entró, y los interrumpió diciéndoles:
_
¡Qué tarde más gris, queridos!...
_
¡Hola, tía Lilay! _ Robespierre fue a su encuentro con devota
escrupulosidad. La besó cariñosamente. Edgar la agasajó con una
mirada cálida, cordial y afable.
_
Tarde lluviosa...
_
Lluviosa, plomiza y gris, se podría decir.
_
¡Qué vena más poética ha salido de tu corazón, querido sobrino!
_
¿¡Poético yo!?, va, tonterías. _Contestó Robespiere. Edgar,
sonrió.
_
Bueno, ya que os cojo a los dos en un mismo tiro...
_
Ja, ja, ja, ja..., carcajeó Robespierre, y exclamó: ¡Qué vena
más metafórica, tía Lilay, desconocía ese nivel tan prosaico en
usted!
_
“Burlitas”...las justas, sobrino.
_
Bromeaba, tía Lilay. Espero no haber ofendido tu estimado...
orgullo. _Tia Lilay, gruñó..., y le miró a los ojos con desafío...
_
¡Puede que sea una carca! ¡Un vejestorio victoriano! ¡Un cardo
borriquero de verborrea impenitente y desatada!; pero a ti, no te
consiento osadía alguna, jovenzuelo, o te las verás conmigo. La
sangre hay que respetarla, y la jerarquía familiar, también.
_
Edgar y Robespierre se miraron. Entendieron el rapapolvo que se les
venía encima si no calmaban el súbito e inesperado enojo de tía
Lilay.
Robespierre entre intimidado y arrepentido le dio un gran abrazo a su tía abuela Lilay.
_¿Déjate de zalamerías Robespierre que ya no eres un niño! Además, hoy, no estoy de buen humor. ¡Esta llovizna me exaspera los nervios! ¿Cuándo va a salir el sol?
_ Paciencia, tía, paciencia. ¡Es la madre de la sabiduría!
_ ¡Sálvanos Dios!, de esta encrucijada... que se avecina.
Robespierre entre intimidado y arrepentido le dio un gran abrazo a su tía abuela Lilay.
_¿Déjate de zalamerías Robespierre que ya no eres un niño! Además, hoy, no estoy de buen humor. ¡Esta llovizna me exaspera los nervios! ¿Cuándo va a salir el sol?
_ Paciencia, tía, paciencia. ¡Es la madre de la sabiduría!
_ ¡Sálvanos Dios!, de esta encrucijada... que se avecina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario