10.
EXORCISMO EN...
PERROS
MUERTOS: Una ciudad polvorienta y bulliciosa hasta el escándalo;
sangrienta y despiadada, donde todo podía ocurrir, sin pestañear...
En una sociedad decadente... sin atisbo de humanidad...
PROMETEO:
Un lacayo congoleño, del que sus silencios..., decían más que sus
palabras.
_ ...Lo encontraron allí, colgado de ese árbol ennegrecido. Pregunte en
la Taberna del Lobo... _ Te lo estoy preguntando a ti.
_
Tengo que irme. No me gusta que me interrogue un cura por estos
andurriales perdidos. Además, los curas traen mala suerte. _
Robespierre quedó pensativo y, momentos después, volvió a
insistir:
_
Silvina, tengo que saberlo... ¡Ahora!
_
No se lo voy a contar. No soy: ni tonta, ni ingenua.
_
¿Por qué? ¿De qué tienes tanto miedo?
_
No tengo miedo, como el de aquélla niña que se precipitó por el
campanario. Dios, no la ayudó.
_
¿¡A qué niña te estás refiriendo!? _ Le preguntó Robespierre
sorprendido.
_
Lo sabe muy bien.
_
No. No lo sé. Y tienes que decírmelo Silvina, por favor.
_
Tengo que irme. Me esperan en casa. _ Silvina subió precipitada en
su bicicleta y fue alejándose de él, colina abajo. _ Robespierre
le gritó interrogativo:
_
¿Cómo se llamaba esa niña? _ No obtuvo respuesta alguna.
Las
nubes corrían veloces, a la par que Silvina. Su bicicleta...
chirriaba. Miró hacia arriba, el cielo había oscurecido
repentinamente, y el verde prado parecía temblar... enloquecido.
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