22.
“EXORCISMO EN...”
_Para
tu información te diré que: de lo que entre estas cuatro paredes
adustas y frías ocurra, yo soy la única responsable, y la única
que toma las medidas más oportunas al respecto. Y tú señorita,
harás lo que yo te mande, a buenas, o si lo prefieres a malas.
¿Entendido Emily?_ Le
dijo, al tiempo que la zarandeaba por los hombros, apretándoselos
con excesiva dureza.
Los
ventanucos volvieron a abrirse brutalmente. Las grandes ramas de los
árboles adyacentes que bordeaban todo el recinto, se retorcían con
insistencia; sus caducas hojas penetraban en la estancia formando
remolinos, danzando al compás de un vals... macabro.
Las muchachas con ojos desorbitados, contemplaron asustadas el
prodigioso movimiento salido de un enigmático ritual; Al tiempo,
Celeste entrevió de los desordenados dibujos acrobáticos, unas
letras que al alinearse rezaban así:
“Santo
Grial”.
El
reloj del campanario dio las seis, y con cada campanada las
cristaleras se abrían y cerraban con estruendoso rugido, hasta llegar
a la sexta, en que, los cristales salieron disparados por toda el
aula, hechos trizas.
Sor
Miranda, miró a Emily con arrogante desdén y le preguntó: _ ¿Has
sido tú, contéstame, has sido tú?
Emily se dirigió veloz hacia la puerta...
_¿A dónde vas, ahora? _Le gritó la Abadesa.
La
puerta se cerró en seco. En vano, esperó contestación.
Emily, corría por el largo pasillo muy asustada; mientras, sor Miranda intentaba abrir la
puerta, que del golpe se había quedado atascada. Los cristales del
angosto corredor, uno tras de otro se dirigían amenazantes a su
encuentro. Ella los esquivaba de la mejor manera que podía sin dejar
ni un solo momento de correr y sin mirar hacia atrás, pasara lo que
pasara... hasta alcanzar la capilla; Los cuadros de los Santos, colgados a lo largo del pasillo comenzaron a girar sobre su eje,
inversamente a las manecillas de un reloj... enloquecidos, volando súbitamente por los aires, estrellándose después, sobre los
empedrados muros del claustro del orfanato...
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