miércoles, 2 de diciembre de 2015

21. "EXORCISMO EN..."




21. “EXORCISMO EN...”



    Ya era sacerdote y, repentinamente, conseguí mi primera destinación, por orden papal. Querían información veraz y fehaciente del escabroso suceso que había ocurrido en un pueblecito de los Pirineos catalanes con un párroco. ¡¡¡Al fin me emancipaba!!! Tenía que descubrir, si lo que había ocurrido era realmente un suicidio o por lo contrario el Abad de la diócesis de Barcelona, a la cual correspondía este cura, había omitido en su carta al Vaticano algún “detalle” nada agradable que pusiera en peligro su potestad canónica. Nadie estaba informado de la investigación que tendría que efectuar con cauteloso sigilo. Era: Alto Secreto. Ah, se me olvidaba, me llamo: Robespierre Windons; No sé a ciencia cierta cuál es mi real procedencia… ya que mi tía abuela Lilay, una octogenaria de armas tomar, tacaña empedernida, y que suele tener lagunas en su memoria, aparte de algún que otro acceso de tos debido a que su mente es muy a temporal; ¿podría decirse así? De lengua y tripas muy sueltas, pero con muy buen fondo. Tiene en su haber, entre otras, una lujosa mansión veraniega en la conocida Venecia catalana, situada en la Empuriabrava, Girona. Miles de acres de tierra desperdigados, es decir, repartidas por algunas provincias españolas, y otras tantas en el extranjero, y algún secreto… más; Por cierto, puede que, algún no muy lejano día os relate una historia que me contó una vez, siendo yo un muchacho imberbe, un tanto extraña y de la cual aún guardo una zozobra galopante por la impactante sensación que me causó al escucharla; Tan extraña que yo pasé un tiempo… cómo decirlo… bueno, ahora seguramente no es el momento de explayarme con esa misteriosa leyenda que, a decir verdad, no viene a cuento…o sí; he aquí el dilema: ¿Es el momento o no es el momento? Para narraros los acontecimientos tan funestos que, como cual maldición a través de los tiempos, se cernió sobre los antepasados de mí “venerada” familia. Y, sabe bien el Todopoderoso, que una maldición de este calibre solo puede ser debido a…; Nunca dejo de pensar en aquélla casona anti-diluviana, vieja y destartalada, donde las haya (todo hay que decirlo en honor a la verdad) y que, mi querida tía Lilay me legó, como el mejor de sus regalos, muy gustosamente, la cual, bien es sabido, estaba en un estado casi… ruinoso, y, aunque fuera…, bueno, qué más da, no es el momento acertado ahora para reflexionar, puede que cuando llegue al valle, y esté instalado, pueda repasar los vetustos y polvorientos diarios de mi familia y comprobar si es verídica esa leyenda que mi tía abuela Lilay me narró cierto día de inclemente tormenta, junto al crepitar de la leña en la chimenea…


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